Áreas de intervención > Adultos > Trastornos del apego

El estilo de apego hace referencia al modo particular en que las personas tienden a interactuar con aquellos con quienes establecen un vínculo relevante, incluyendo los sentimientos de seguridad, intimidad y compromiso sobre los que se asientan los lazos de una relación humana.

La vinculación con los cuidadores en las etapas iniciales de la vida constituye la base de nuestros primeros aprendizajes sobre nosotros mismos, los demás y el mundo, y de nuestra regulación emocional. Las primeras relaciones son, en este sentido, claves en el desarrollo biológico, social y emocional, ya que los aprendizajes y emociones que generan tienden a crear un patrón de expectativas e interpretación que se pondrá de manifiesto en el resto de relaciones que tendremos a lo largo de la vida. Conocerlo es importante para comprender quiénes somos y por qué.

El ser humano llega al mundo sumergido en la más absoluta vulnerabilidad por lo que dependemos de otros para sobrevivir forjando un necesario vínculo con los cuidadores o figuras de apego. Idealmente, estas no habrán de garantizar únicamente los recursos materiales necesarios sino también los emocionales, esenciales para vivir, pues se erigirán como la primera fuente y modelo de amor, comprensión, aceptación y validación del niño, y contribuirán de manera decisiva a construir los fundamentos básicos de su sentido de seguridad en un periodo crítico para la maduración emocional y social.

Han podido determinarse cuatro tendencias o estilos distintos de apego que describen modos particulares de sentimiento y conducta que surgen en las relaciones a lo largo del ciclo vital, los cuales pueden verse aumentados o disminuidos en función de las características de la persona con la que interactuamos, pero si estos rasgos son muy marcados, inflexibles, nos crean malestar y nos dificultan establecer relaciones interpersonales satisfactorias para uno mismo o los demás de manera recurrente, puede que tengamos un patrón de vinculación patológica, o trastorno de apego, que necesariamente exigirá una intervención terapéutica, ya que, aunque los estilos de apego desarrollados en edades tempranas determinan tendencias en la edad adulta, el apego puede sanarse y reconstruirse.

Los estilos de apego, a grandes rasgos, son:

Existe evidencia científica de que los apegos inseguros se relacionan con una prevalencia superior de trastornos del estado de ánimo y de ansiedad, así como con la expresión clínica de la sintomatología obsesivo-compulsiva. Por otra parte, diversos autores han relacionado el patrón de apego desorganizado con los trastornos disociativos.

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