La autoestima es el conjunto de las actitudes de una persona hacia sí misma. Es el conjunto de percepciones, sentimientos, evaluaciones y tendencias conductuales dirigidas hacia uno mismo, tanto hacia nuestra manera de ser y comportarnos como hacia los rasgos de nuestro cuerpo y nuestro carácter.

La autoestima habla de nuestra valía personal, por lo que afecta a nuestra manera de estar en el mundo y de relacionarnos con los demás.

Desde el nacimiento el bebe aprende a valorarse en función de cómo le valoran sus padres y demás figuras significativas, es decir, éstas le trasmiten mensajes que el niño acabará interiorizando.

Dichos mensajes, directos e indirectos, se expresan en la forma en que le tratan, es decir, las cosas que le dicen, como responden a sus llamadas, la atención que le prestan, la manera de mirarle, las expectativas que se tienen de él...en definitiva, estos mensajes pueden transmitir a la persona que es valiosa y digna del amor de los demás o, por el contrario, que no lo es.

El hecho de recibir aprecio, aceptación, afecto y atención, además de ser una necesidad para el niño, es vital para una construcción positiva de la autoestima, que estará presente a lo largo de la vida de la persona.

Todos desarrollamos una autoestima, ya sea alta o baja, y conviene desarrollarla de la forma más positiva posible para que nos permita descubrir nuestras capacidades y recursos personales, para apreciarlos y utilizarlos adecuadamente, así como nuestras dificultades o puntos débiles, para aceptarlos y mejorarlos en la medida de nuestras posibilidades.

Por lo tanto, la autoestima no ha de confundirse con una opinión de sí mismo como ser superior, ni una actitud agresiva o egoísta, puesto que la verdadera autoestima acaba donde empiezan la desestima y la indiferencia hacia el otro.

Una autoestima suficiente suele ser uno de los componentes de la persona feliz.

Diseño y desarrollo web